martes, 5 de abril de 2011

Universidad de San Pedro Sula

Su eslogan es "...con todo", y el lema de este periodo es: "Aqui tú eres el protagonista". No quiero despotricar contra al institución que me ha dado la oportunidad de estudiar la carrera que amo, y que me ha facilitado media beca académica. No es mi intención comenzar una revolución y mucho menos causar daños o heridas. Pero es mi catarsis y creo que es justo y necesario, hablar lo que es debido y criticar con el afán de despertar conciencias.

En los dos años de permanecer en las aulas, clase tras clase, y de pasar una y otra vez por la famosa "pasarela", hay cosas que simplemente tienen que decirse. Es como si la calidad educativa fuera inversamente proporcional a lo formidable de su infraestructura. Realmente -al menos en mi carrera-, es urgente la incorporación de un sistema de supervisión y control que garantice desde lo más basico (cumplimiento de horarios, asistencia) hasta lo más imprescindible (el aprendizaje verdadero), en lo que a catedráticos se refiere.

Estos ojos (que se los comerán los gusanos algún día) han tenido que ver y soportar con paciencia, entre el tedio y la descepción, como personas que tal vez son muy buenos profesionales, usurpan cátedras y hacen de un espacio, que es para la trascendencia y la formacion de las mentes, simples y pateticos discursos. Hacen pasar el tiempo y esconden su falta de planificación, esmero, y a veces, conocimiento, detras de jornadas interminables de exposiciones que no critican, investigaciones que no leen, ejercicios que no revisan, temas que ven a superficialidad, palabras soeces, comentarios parcializados y libros que escuetamente se leen.

Uno de ellos, con el mayor de los descaros, practicamente vendía la clase. Exigió a lo largo del período un libro de trabajo, otro de ejercicios, uno de lectura, y lo imporante no era sacarles provecho o aplicar lo aprendido, sino que el alumno lo comprara, porque eso le daria los puntos. Apenas y hojeaba los trabajos presentados, solo los miraba, y ponía la nota. Luego, los que reprobaban, discretamente hacian fila fuera del aula. Y él, no tan discretamente les pedía un par o tres libros, no para donarlos a la biblioteca, no para que los leyeran e hicieran algun resumen, sino para formar parte de su repertorio personal de libros obtenidos mediante el mismo método. Muy letrado ha de ser, considerando el numero de los solicitantes de la "segunda oportunidad". Luego durante clases, se empeñó en culturizarnos sobre todo tema que se le ocurriera, exeptuando uno: el de su clase. Ese unas cuantas veces lo tocó, siempre dentro de lo básico, rayano en escolar.

Luego otro catedrático, esta vez empecinado en manifestar su punto de vista y opinión personal en plena crisis política. No propiciando el debate, no buscando ver el fenómeno, diseccionarlo y escudriñarlo desde el area que correspondía a su clase. Llegó el examen final y no vimos ni la tercera parte del libro asignado.

En dos ocaciones tuve mas de dos catedráticos por clase. En la primera experiencia, perdí varios dias, que nadie repuso, días que pagué, horas que no me fueron devueltas. El tercer catedrático que llegó igual que la anterior, tuvo que regresar a lo básico. Al final terminé sabiendo poco más del contenido que se podría facilmente evacuar en unas tres semanas.

En la segunda clase, la segunda maestra, solo diré que sigo sospechando que no sabía mucho del tema, y por eso se dedicaba a extender oraciones sencillas y convertirlas en sendas disertaciones, muy protocolarias, tambien para perder el tiempo, o tal vez porque así es ella. Lo importante es que salí tal vez mas confundida que como entré.

Son tantas experiencias, que no cabrían en este post sin antes dormir al lector. Pero con todo lo malo, sería injusto no destacar aquellos pocos que se han ganado la admiración y agradecimiento de unos, y por supuesto la apatía de los que gustan de pasar con el más mínimo esfuerzo. Estos, son los maestros que hacen que valga la pena levantarse por las mañanas, tomar dos buses y caminar unas tres cuadras en total, para estar frente a ellos y recibir el pan del saber. Que exigen por que les interesa ocasionar un cambio positivo, poner a prueba y pulir los talentos. A ellos mi respeto y especial mención, por que se lo merecen una y mil veces.

Una cosa es clara, y a la vez aliviante: casi todo se podría prevenir con dos medidas. La primera es la supervisión adecuada, con personas preparadas, entendidas, ajenas al personal de la institución. La segunda es la puesta en práctica de una política de participación estudiantil en los asuntos de su propia enseñanza, fomentando la crítica constructiva, la exigencia, y sobre todo, el acercamiento de las autoridades universitarias al alumno, escuchar lo que tienen que decir y hacer algo al respecto.

No evaluaciones esporádicas que no toman en cuenta, no solo ver las quejas (tal vez mal ejecutadas) de los alumnos como una amenaza, sino como una expresión de inconformidad, una oportunidad para generar valor agregado y cambiar aquello que está mal, porque hay demasiadas cosas que están mal. Y sinceramente, creo que es demasiado posible mejorar. Tanto, que me siento desconsolada cuando la misma historia se repite cada tres meses y aun tengo la sospecha de que nada o poco de lo que haga provocará algún cambio.

2 comentarios:

  1. Es cierto, aun queda mucho por hacer en la Universidad de San Pedro sula. La grandiosidad de cuailquier Centro de educacion no se mide por su infraestructura fisica, sino por los altos perfiles de su calidad educativa.

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  2. Si se quien es el maestro que vende su clase y nos hace comprar tras libros que nunca discutimos y solo llega a hablar vulgaridades al aula Lic Baide Suck`s

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