miércoles, 6 de abril de 2011

Tu Mente

 
Ya ni siquiera me siento poeta;
Ya no quiero escribir de ti.
Aunque intente virar a otras épocas,
Admirar algo mas, no sentir.
Sentirte de nuevo hace daño.
¿Por qué volver a vivirte?
¿Por qué entregarte lo mío?
Lo que es tan mío y que ahora es ajeno.
Desaparezco ante mi misma
Con lo invisible que te vuelves.
Ya ni siquiera me dan ganas,
De esas intensas de ser feliz.
Contigo (claro), ¿con quién más?
Vivo llena de oportunidades usadas;
De decirte cuanto disfruté tus brazos
De admirarte sin miedo al rechazo.
Pedir consuelo a cambio de besos y abrazos;
De amarte sencillo, de sentir lo mismo.
Ahora ya no te conozco.
No sé quien fuiste, ni porque huiste.
Contemplo mi miseria en un coctel de miedo;
Miedo de avergonzarme de esto;
Esto que cubro con capas de placebo,
Ebriedad de dulces, letras, risas sin sentido.
Viajes, el aire, la lluvia sin sonido.
Solo quería una verdad más amable…
Me arrancaste del polvo,
Me enseñaste el infierno.
¡Tanto! frente a mi arrastraste.
Frente a mi mostraste… ¡Tanto!
Me diste tan poco, y me quedo una lágrima
Que no sabe a dónde ir, ni porque está aquí.
Cuando te odio, y no puedo, ¡te odio!
Cuando te amo, tampoco se me permite.
Y se van pudriendo mis sentimientos.
Por dentro, los días son grises.
Ya ni siquiera puedo desearte mal
Toda yo, por completo está feliz
Que sea ella a quien empapes de sonrisas.
En aras de que no podría ser yo,
No voy a pretender nada (no puedo).
Querer ponerle flores a los muertos
…o querer cambiar las cosas;
Por más bellas las rosas, no reviven.
Aborrezco lo que me haces ver:
Todo lo que fuimos juntos,
Lo que me engendras.
Secaste mis creaciones;
Ya no tengo nada nuevo.
Soy solo una marchita flor
Yo, el desierto de tu pasado.
Un jardín árido y amargo
Que de noche recorres en tus sueños
-o así es que lo deseo, y me recuerdes-.
Que me recuerdes cuando duermes,
En el tiempo (el que antes era mío),
Y decidieses hablarme,
Y no fingir lo confundido.
Podrías darme razones que no merezco.
El porqué de lo que haces, envidio.
Lo que piensas, que me encantaba
Tu mente, donde antes yo paseaba,
Y cuyas gotas de memoria celo.
Corazón que como tempano de hielo
Me congela desde lejos.
Sé que aunque lo dices, no lo sientes.
¿Cómo has de quererme si pretendes
Darme tus migajas de cariño?
Si es que aun podrías ser mi amigo,
Antes de que muera yo en tus manos.
Cuando al fin logre llegar a ellas,
Cuando pueda leerte y entenderte,
Cuando te encuentre, y me encuentres inerte.
Te volviste mi energía, mi sangre,
El cordón que me unía con el mundo
Cuando no veía más que tu mirada.
Cuando no cabía más que tu voz
Pronunciando mi nombre, me prensabas
Hasta quedarme dormida en tu aliento.
Hasta que fuimos quedando fundidos,
Con los ojos cerrados y el alma volada en suspiros
Dormidos, yo te acariciaba con el viento.

1 comentario:

  1. Cuando se dice "Ya no me siento poeta" es cuando la verdadera poesía surge.
    Es un poema muy bien logrado; exceptuando la línea "Por dentro, los días son grises", es una frase harto común y obvia.
    Sólo me pregunto si la (o el) poeta vive cada uno de los versos en carne propia.

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